miércoles, 11 de febrero de 2009

La Batalla De Santiago (Chile 1962)

El Chile – Italia del ’62 no fue un partido cualquiera. Un ambiente muy tenso, por culpa de dos periodistas italianos, dio origen a una ensalada de patadas y al combo de Leonel Sánchez.

Leonel Sánchez lleva la pelota pegada a su pie izquierdo, escondiéndola de un jugador italiano. Se da vuelta y recibe una patada que lo hace caer, a quince metros del área. Estando en el suelo, recibe dos patadas más. El guardalíneas agita su bandera, cobrando la falta. Pero eso no basta para Leonel: recuerda las lecciones de su padre, el boxeador René Sánchez, y conecta un gancho izquierdo al mentón del italiano, quien cae desplomado al césped del Estadio Nacional.
Esta escena es quizás la más recordada de la “Batalla de Santiago”, nombre que se le da al partido entre Chile e Italia, por el mundial del ‘62. Casi nadie recuerda que otro jugador de Italia ya había sido expulsado, y que incluso debió abandonar el campo de juego escoltado por tres policías, ya que se negaba a salir.
Pero el golpe de Sánchez no fue gratis. Carlos, un Capitán del Ejército, no vio las imágenes del golpe. Pero igual cree que estuvo justificado. “A nadie le pegan porque sí”, dice. Y en eso no se equivoca.
Antes del mundial, dos periodistas italianos viajaron a Chile para saber cómo era la situación del país, en particular de Santiago. Y lo que enviaron de vuelta no fue nada bueno. El diario Il resto del Carlino se refirió a Chile como primitivo, y a Santiago como una ciudad llena de basura, un asco.
Según Sergio Livingstone, eso no gustó nada en Chile. “Hubo una malquerencia con Italia tremenda, pero los jugadores no tenían la culpa. Además, los italianos tienen su genio. Todo eso produjo un partido así de caliente”.
No sólo los futbolistas recibieron el enojo de los chilenos, a los italianos de a píe también les tocó su cuota de recriminación. Giuseppe, italiano viviendo en Chile y dueño de un Café, sufrió con el trato que recibió la gente de Chile por parte de sus compatriotas, y que luego sufriría en cancha su selección.
Compró el abono para todos los partidos del mundial. Pero la “Batalla de Santiago” fue el último que vio. “Por la pelea que hubo por culpa del periodista ese, de porquería, no fui más al estadio. Fue por rabia, Italia no merecía que la sacaran para afuera (sic)”, se lamenta.
Llegaba todas las mañanas a su Café, y ahí sus clientes los fustigaban por las palabras de su compatriotas. Pero también había quienes lo defendían.“¿Qué culpa tenía yo?”, se pregunta, mientras muestra las palmas de su mano.
El público chileno ayudó a generar la violencia. Al salir Italia a la cancha, la silbatina fue generalizada. El jugador chileno lo entendió. Y sumándole el fútbol a la italiana, un fútbol de mucho corte y mucha fuerza, el resultado fue la ensalada de patadas que se vivió ese día.
Pero el partido no fue denominado una batalla sólo por el combo de Leonel. A la expulsión con policías hay que agregarle otra por parte de la azzura. La víctima de Sánchez, el defensa Mario David, fue testigo de cómo el guardalíneas negaba el combo, por lo que fue en busca de la venganza. Un par de minutos después, se encuentra de nuevo con el delantero chileno, quien debió ser expulsado, y lo levanta de una patada que lo hace merecedor a él de la expulsión.
En total, el partido fue suspendido cuatro veces por las agresiones entre futbolistas. “Fue un partido muy muy violento, casi animal total”, dice Felipe Bianchi.
Para Sánchez, ese será un mundial difícil de olvidar: fue tercero del mundo y goleador del torneo, junto a otros jugadores, con cuatro goles cada uno. Pero Chile ’62 también hizo que el diario Inglés The Times lo situara en el sexto lugar de los futbolistas más rudos del mundo.
Chile volvió a jugar contra Italia por un mundial. Fue en Francia 1998, 36 años después de la “Batalla de Santiago”. También fue polémico, por un dudoso penal que se transformó en el empate para los italianos.
Pero no fue un partido duro. Ninguna expulsión, ningún combo. Ningún policía en la cancha. No había un ambiente previo tan caliente como el ’62. Quizás faltó alguien que pusiera las cosas en orden, alguien que dejara en claro que a Chile no se le pasa a llevar. Faltó un hijo de boxeador.

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